sábado, 2 de febrero de 2013

Bustares, desconexión



Estoy enamorada de Madrid, de mi vida, de mi gente, de mi trabajo, de mi día a día, de mi familia... Pero a veces tengo la necesidad de alejarme de todo ello, escapar, salir corriendo sin mirar atrás, sin el miedo de que  alguien corra detrás... con la seguridad de estar en buena compañía, reuniéndome conmigo misma...

El fin de semana pasado tuve el placer de poner tierra de por medio y pasé unos días en un pueblito de la sierra norte alcarreña... Al llegar, una preciosa y acogedora casa nos esperaba y permitía descansar los pesos que traíamos de la gran ciudad... baño de espuma, relax, amor y descanso... un silencio sólo interrumpido por el sonido de las caricias...

A la mañana siguiente, un brillante sol dejaba ver montañas cubiertas de nieve, granito verdear, agua correr entre las calles de piedra. Un delicioso desayuno casero que invitaba a repetir una vez más... junto al calor de una chimenea... de fondo, un hilo de música hizo de ese instante, algo sencillo y perfecto...

Cogimos carretera y con un mapa en la mano, nos dejamos perder para encontrar nuestro propio camino, guiados por curvas y nieves, hasta pasajes preciosos que te obligaban a no pensar en nada, a disfrutar de la naturaleza que nos rodeaba. Aldeas con obras de arte hechas iglesia, acantilados impenetrables sólo interrumpidos por la osadía del agua que corre libre por dónde le viene en gana... Animales que se abren paso para dejarnos seguir nuestro camino, y rebaños que te hacen cederles el paso sin necesidad de luces rojas o señales de tráfico. 
Entre parada y parada, el disparador de mi cámara no paraba de inmortalizar lo que en nuestra retina ya se había grabado para siempre... castillos en buen estado, ruinas por descubrir, senderos para andar....
 Como en cualquier viaje de placer, no pudo faltar una buena comida típica del lugar, carnes, sopas, y setas fueron parte del menú con el que nos dejamos deleitar, mimar nuestro paladar, y recuperar fuerzas para continuar sin ningún rumbo, sin destino fijo, sabiendo sin duda que estábamos en el lugar adecuado... estábamos juntos.

Caía la noche, y antes de finalizar un precioso día rural, el destino nos tenía preparada otra sorpresa... una espléndida luna llena iluminaba la oscuridad del cielo, pintando las nubes de rosa, dejando entrever la silueta del paisaje de paz y calma... 
Ya en lo que durante tres días fue nuestro hogar, nos desprendimos de bufandas de lana y botas de goma, para disfrutar con los 5 sentidos. 

El clinc de nuestro brindis, un por nosotros que burbujeaba entre nuestros labios, risas y cosquillas, calma, abrazos... y así pusimos fin a otro día más... 






Tercer y último día, de nuevo un desayuno para coger fuerzas, y salir en marcha a descubrir lugares que no podía imaginar que existieran... tan cerca de nosotros, tan desconocidos....
¿sabíais que hay lugares reconstruidos por jóvenes con ganas de levantar un pueblo con sus propias manos? Sí, el ser humano es maravilloso... sobretodo cuando está en armonía con la naturaleza... 
De un lugar así, pasamos a otro en el que circular con coches estaba prohibido,  todo un acierto en este mundo hiperdesarrollado... en el parking, no había parkimetros ni tickets de hora, había caballos salvajes a los que podías acariciar a cambio de un pedazo de pan duro... caricias a cambio de comida... que imprescindible, que poco valorado.

Nuestro alma aventurera trató de llevarnos hasta una cascada a la que se accedía a través de un sendero acantilado ... un riachuelo guiaba nuestros pasos entre cruce de caminos, y una espesa niebla embellecía el paisaje, observando como nos deslizábamos a veces entre rocas, otras entre vegetación.
El desenlace no fue el esperado, la lluvia se hizo demasiado intensa, y cambiamos la cascada por una deliciosa comida regada con un buen vino tinto... poniendo broche final a un viaje, tan indescriptible como necesario.

Gracias por caminar a mi lado, gracias por no mirar por encima de mí, gracias por igualar el tono de tu risa al de la mía... gracias por hacer la vida sencilla, bonita, gracias por ser tú, porque seamos nosotros...
Porque hay tiempo para todo,
 incluso para pararse a escribir.





1 comentario:

  1. Guau... ¡Me he trasladado sistemáticamente a tu fin de semana completo!
    He sentido como paseaba entre prados, como oía el agua caer en riachuelos, como podía tocar las nubes entre la niebla... :)

    Es tan bonito! Solo algo muy especial puede describirse de esta manera, y es que hay lugares que son increibles por si mismos... y son lugares a los que no puedes llegar en metro, donde no puedes ir al cine o al teatro... y eso exactamente es lo q les hace tan diferentes y espectaculares..

    Espero q no hayas olvidado q nosotras tb tenemos un cuaderno que espera más viajes ;)

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